Preparación de la piel:
Comienza limpiando bien tu rostro con tu limpiador habitual para eliminar cualquier residuo de maquillaje o impurezas.
Seca tu piel suavemente con una toalla limpia.
Colocación de la K MASK:
Coloca la K MASK sobre tu rostro, asegurándote de que cubra de manera cómoda y uniforme todo el área facial.
Ajusta la máscara de silicona de grado médico para que se ajuste bien a los contornos de tu cara sin generar presión excesiva.
Selección de la luz:
Enciende la máscara y selecciona el modo adecuado para tu objetivo de tratamiento:
Infrarrojo: Para estimular la circulación sanguínea y promover la regeneración celular.
Rojo: Para reducir arrugas y líneas finas, mejorando la firmeza de la piel. Para revitalizar y rejuvenecer la piel, aportando luminosidad.
Azul: Para tratar imperfecciones y regular la producción de sebo.
Morado: Para revitalizar y rejuvenecer la piel, aportando luminosidad.
Tiempo de aplicación:
La sesión suele durar entre 10 a 20 minutos. Puedes usar la K MASK de 3 a 5 veces por semana según tus necesidades y el tipo de piel.
Finaliza tu rutina:
Al finalizar la sesión, retira la K MASK y aplica tus productos de cuidado facial habituales, como serums, cremas hidratantes o aceites.